Carta a mi hija en el Día Internacional de la Mujer

Querida hija, hoy es el Día Internacional de la Mujer y me gustaría explicarte lo que encierra la fecha.

Cuando supe que serías mujer me llené de alegría. Tu papá y yo imaginamos desde que estabas en el vientre cómo serías. ¿Te gustará el baile tanto como a mí? ¿Amarás las artes como tu papá?

Buscamos un nombre poderoso que reflejara fuerza y bondad. Con amor y meticulosidad preparamos cada detalle para recibirte y soñamos contigo. Te visualizamos grande, feliz, radiante, llena de vida y alegría.

Pero hay algo dentro de mí que me preocupa y por lo que salgo cada 8 de marzo para exigir equidad. Debo confesarte que me da un poco de miedo el mundo al que llegaste porque es cierto: las cosas no son fáciles para nosotras, hay muchos peligros y existe el machismo.

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Quiero decirte que el Día Internacional de la Mujer no es una fecha para felicitarnos por nuestra belleza o por ser una “maravilla que Dios creó”. Hoy es un día de lucha cuyo objetivo es hacernos visibles y ponerle freno a todo tipo de abusos.

Espero que cuando crezcas este día se vuelva obsoleto y no sea necesaria su existencia. Ojalá mujeres y hombres seamos reconocidos por igual y la equidad de género sea una práctica diaria, tan común que no tengamos que hacer énfasis en ella.

Sexo débil nos llamaron un día y nos repetimos tantas veces ese cuento que terminamos por aceptarlo como realidad, sin darnos cuenta de sus consecuencias. Por mucho tiempo las propias mujeres les enseñamos a nuestros hijos que esa era la verdad, es por eso que queremos cambiar el paradigma.

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Reescribamos la historia: Érase una vez un mundo en donde todas las personas conviven, colaboran y aprenden la una de la otra. Una sociedad en la que nos respetamos no por ser de un sexo o del otro, sino simplemente por ser parte de la humanidad.

Ese es el significado del Día de la Mujer. No es un día contra los hombres, por el contrario, hoy muchas familias salen a la calle para exigir equidad: que mujeres y hombres tengamos los mismos derechos y oportunidades, pero respetando nuestras diferencias.

La lucha no es de un día ni tampoco nació de un hecho concreto. Es el fruto de más de cien años de movimientos feministas para reclamar libertad de pensamiento y de acción, salarios justos y, sobre todo, alto a la violencia de todo tipo.

Por mi parte haré lo mejor que pueda para que seas una mujer plena, segura, pero también cortés, empática y justa. Tu misión es ser feliz, encontrar un sueño y luchar por él.

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Tu papá y yo seremos tus guías, pero llegará el momento en que debas luchar sola, extender tus alas, brillar con todo tu fulgor. Solo te pido que cuando tengas a tus propias hijas o hijos, si quieres tenerlos, les enseñes que todos somos valiosos y que no existe el sexo débil.

Nunca permitas que te hagan menos por ser mujer. Si alguien te dice que no puedes, saca coraje dentro de ti para demostrar lo contrario. Si intentan maltratarte o hacerte burla por tu género alza la voz, defiéndete, no temas marcar límites. Te enseñaremos cómo hacerlo porque no estás sola.

Quiero que sepas que eres muy valiosa, que solamente tú posees el control sobre tu cuerpo y tus decisiones. Solo recuerda que todo tiene consecuencias, positivas y negativas, así que debes considerarlas antes de tomar alguna elección.

Así es, querida hija. Llegaste al mundo en una época en la que estamos cambiando las cosas, pero que requiere que sigamos en pie de lucha. Espero que algún día ya no tengamos que salir a las calles a gritar por respeto, paz y libertad. Mientras tanto no nos rendimos y te pido que tampoco lo hagas nunca.

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