Hijo único: un niño como cualquier otro

Por Nayeli Rueda

El solo hecho de crecer sin hermanos no significa que una niña o un niño vaya a ser egoísta y solitario, así como tampoco inteligente e independiente. Existen creencias generalizadas acerca del hijo único, pero la mayoría de ellas no son ciertas.

Se habla de que son niños mimados, creativos, tímidos, responsables, pero “el hijo único es un niño como cualquier otro”, aclara la psicóloga clínica Patricia Nolasco, docente del Centro de Investigación de Estudios Superiores en Psicopedagogía.

Es frecuente encontrar a padres que “tienen la idea de que el hijo único va a tener carencias o va a sufrir más que los que tienen hermanos, y esto no es así”, apunta la especialista en pruebas y dictámenes psicológicos, con más de 25 años de experiencia.

Tampoco el narcisismo tiene que ver con tener solamente un hijo. De acuerdo con el estudio alemán “El final de un estereotipo”, dado a conocer en septiembre del 2019, “los hijos únicos no son más narcisistas que los niños con hermanos”.

Sin embargo, lo que sí será trascendental en la vida de un hijo único es la decisión que llevó a sus progenitores a tener solamente un hijo, comenta la psicóloga Patricia Nolasco. Las circunstancias pueden ser muchas, que van desde el factor económico hasta el biológico. Pero si una persona está consciente de por qué quiere o tiene un solo hijo, “evitará volcar sus miedos o angustias” a su descendencia.

Favorecer la socialización

Hace siete décadas el número de hijos por familia era de seis. Actualmente se tiene en promedio 2.1 hijos y para el 2050 se proyecta un descenso de 1.7, de acuerdo con el Consejo Nacional de Población (CONAPO).

Si bien hay ciertas características comunes en los hijos únicos, cada caso es particular. Y los padres deben favorecer el desarrollo sano y pleno del hijo ofreciendo las herramientas necesarias.

“El hijo único, como cualquier otro niño, tendrá una personalidad, una individualidad y una existencia propia. No hay que presionarlo con nuestros deseos”.

Patricia Nolasco, Centro de Investigación de Estudios Superiores en Psicopedagogía.

Los hermanos, por ejemplo, representan la rivalidad fraterna por la atención de los padres y eso los prepara para competir en la vida adulta. Entonces, hay que hacer que el niño conviva con pequeños de su edad y promover las habilidades sociales.

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El niño buscará la asociación con sus pares y eso lo va a preparar para su desarrollo. Sin duda, puede ser alguien exitoso haciendo amigos. Encontrará “hermanitos” en la escuela y en la familia, que le ayudarán a trabajar en equipo. Al no tener un hermano con quién jugar va a aprender sobre la diversión a solas.

Si tienes un hijo único, propicia que:

  • Asista a la guardería, a la escuela, para que tenga interacción con más niños.
  • Invite a sus amigos a casa.
  • Vaya a fiestas infantiles (y no solo de adultos).
  • Visite el parque con frecuencia.
  • Conviva con otros niños.

En la crianza de un hijo único los padres deben ser cautelosos para evitar centrar toda su atención en él de manera exagerada, pues inconscientemente “un pequeño se puede sentir el principal, o el único, satisfactor de los deseos de papá o mamá. Incluso, llegar a pensar que vale más que los demás”, explica Nolasco.

Asimismo, si los progenitores vuelcan de manera excesiva toda su atención y supervisión en el desempeño y logros académicos de sus hijos, podrían provocar una fuerte presión y afectar su desarrollo.

Otro de los riesgos de los padres hacia los hijos únicos es la sobreprotección. Darles todo y protegerlos en extremo puede convertirse en maltrato. Por eso, hay que estar alertas de que “el cuidado hacia el hijo no se convierta en algo perjudicial”, apunta la psicóloga. Por miedo, algunos padres evitan que sus hijos tengan contacto social y no les enseñan a resolver problemas de la vida cotidiana como, por ejemplo, ir a la tienda.

En el inconsciente, el hijo es la imagen ideal de nosotros mismos, pero una niña o niño tendrá una personalidad propia: “hay que conocerlos, observar cuáles son sus habilidades y sus alcances; cuáles sus limitaciones y preferencias. Respetarlos y apoyarlos”, finaliza la psicóloga.