¿Sufres de pechos adoloridos mientras amamantas?

Por Nayeli Rueda

Adolorido y enrojecido, así recuerda Andrea la sensación en uno de sus senos, cuando tuvo mastitis. Fue un dolor intenso que “duró sólo un día”. Sospecha que, en la madrugada, su bebé no succionó bien, pues nunca le había dado pecho acostada. “No sentí que el seno se vaciara por completo”, recuerda.

En cualquier momento de la lactancia, una mujer puede presentar una inflamación de la glándula mamaria, lo que se conoce como mastitis, una condición muy dolorosa que puede acompañarse de fiebre de más de 38.5 grados centígrados y congestión mamaria.

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Ante la mínima molestia de inflamación, dolor al tacto o enrojecimiento, hay que acudir con un profesional, pues la “lactancia no debe doler”. La mujer necesitará atención rápida y oportuna para evitar que la situación se complique. Primero se debe tratar la sintomatología, por ello es necesario mandar tratamiento para el dolor; si no mejora en 24 horas, se podrían recetar antibióticos, explica la bióloga Claudia Judith Sierra Morales, presidenta de la Asociación de Consultores Certificados en Lactancia Materna México (ACCALM).

Cuando hay mastitis, se dificulta el paso de la leche debido a que se obstruyen los conductos. Esto provoca que la mama tenga menos producción, dolor y congestión.

No todas las mastitis son infecciosas, y la duración también es variable, de días, semanas o incluso repetirse. Se debe determinar cuál es el origen del problema, pues encontrar la causa evitará que se vuelva a presentar, enfatiza la experta Sierra Morales.

De acuerdo con Mayo Clinic, la leche que queda obstruida en la mama es la causa principal de la mastitis. Otras causas son un conducto mamario bloqueado o bacterias que ingresan a la mama.

Entre los factores que provocan las mastitis, están:

  • Mala remoción de la leche.
  • Colocación y acoplamiento inadecuados.
  • Tomas por horarios (y no a libre demanda).
  • Frenillo lingual corto del bebé (no diagnosticado).
  • Problemas de coordinación en la succión.
  • El uso de antibióticos de manera indiscriminada durante el embarazo también es un factor de riesgo.

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Prevención y cuidados

La mastitis afecta hasta el 33 por ciento de las mujeres lactantes, según cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Si se trata de forma inadecuada, podría provocar complicaciones graves como un absceso mamario.

En casa se recomienda el uso de compresas frías para disminuir la inflamación, junto con la extracción manual de leche (con las manos preferentemente), descanso, hidratación, buena alimentación y apoyo de la familia.

La experta Claudia Judith Sierra Morales señala que la mayoría de las mastitis se pueden prevenir si la lactancia materna se guía adecuadamente desde el inicio y si se tratan los primeros síntomas: “conocer la correcta remoción de leche de la glándula mamaria la previene, en cambio cuando no se hace de manera adecuada, provocará conductos obstruidos, ingurgitación y congestión mamaria”.

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¿Seguir amamantando con mastitis?

Ante una mastitis, muchos profesionales aconsejan suspender la lactancia hasta que se cure la inflamación, o cortarla, y esto, a decir de la experta, puede complicar el padecimiento.

Continuar amamantando mejora la obstrucción de los conductos y ayuda a resolver la afección. Siempre que sea posible debería continuar la lactancia materna, tanto para mejorar el vaciamiento de la leche como para ayudar a que se resuelva el cuadro y para beneficio del niño, señala la Organización Mundial de la Salud.

Mayo Clinic señala que es seguro continuar la lactancia si tienes mastitis: “de hecho, la lactancia ayuda a eliminar la infección. Es probable que los signos y los síntomas empeoren si dejas de amamantar de golpe a tu bebé”.

Señales de que la lactancia transcurre adecuadamente:

  • No hay dolor en ningún momento.
  • El bebé succiona bien.
  • Se da pecho a libre demanda.
  • Los pezones no están agrietados.

* La experta no tiene conflictos de interés ni recibe apoyo económico de ningún tipo por esta entrevista. ACCLAM, A.C cumple con el Código Internacional de sucedáneos de la Leche Materna (OMS, 1981).